Los mapas de flujo de valor se consideran una herramienta bastante útil para control de gestión. De hecho, cada vez son más las empresas de logística que le están dando la relevancia que realmente debe tener. Ahora bien, ¿por qué dicha herramienta es tan útil? ¿Qué influencia tiene en la gestión de almacenes? En estas líneas se hablará de todo ello.
 

mapas de flujo de valor
 

¿Qué son y cómo funcionan los mapas de flujo de valor?

 

Un mapa de flujo de valor podría definirse como la representación de un procedimiento dentro de la cadena de suministro. Es decir, es una herramienta que tiene la función de mostrar las distintas etapas y, concretamente, destacar el valor de cada una de ellas. Cada etapa tiene un valor y dicho mapa muestra la importancia de esa valía para el producto o servicio.

 

Además, dichos elementos pueden ser representados de distintas maneras, pero la información siempre debe quedar definida de una forma clara. Asimismo, es esencial que estos mapas tengan una adecuada simbología unificada para comprender la importancia de los procesos. De este modo, será mucho más sencillo dar con aquellas acciones que no están brindando el valor adecuado al producto.

 

Estos mapas de valor funcionan de diferentes maneras, pero hay algo esencial: los signos tienen que ser claros. Aunque dichos mapas son manejados por personal con capacidad para interpretar los signos, es preciso que todo quede bastante claro.

 

Así, pueden aparecer con códigos establecidos que muestren si el proceso va bien o mal, o bien con números que indiquen el grado de importancia. Todo ello servirá para una posterior toma de decisiones en función de los resultados que muestren estos mapas. Y, con ello, se conseguirá una mayor optimización de los suministros y un mayor beneficio en general para la compañía.

 

Cómo aplicar un mapa de flujo de valor en la gestión de almacenes

 

Como todo, la forma de diseñar o ejecutar estos mapas dependerá del proceso que se vaya a analizar. Por tanto, dependerá de la actividad de la empresa, así como de la cantidad de productos que se muevan en un día, semana o mes.

 

Por ello, es importante incluir las características concretas de cada mapa para distinguirlo de los demás. No obstante, sí es cierto que hay una forma común de diseñar un mapa de flujo de valor. Lo primero sería definir el proceso que va a ser representado y concretar la simbología que se va a usar.

 

Después habría que recopilar todos los datos relativos al procedimiento y diseñar un mapa acorde con dicha información. Todo ello tiene que servir para sacar unas conclusiones después de analizar los datos que se obtengan tras comprobar cómo funcionan los procesos. Por ello, hay que dar con las acciones que no aporten el valor deseado al producto o servicio. Finalmente, se obtienen las conclusiones y se rediseña el procedimiento para conseguir mejores resultados.

 

En resumen, los mapas de flujo de valor son unos elementos importantes dentro de la cadena de logística. Gracias a ello, se eliminan las acciones que dejan de aportar valor al producto y todo redunda en un mayor beneficio para la empresa.